Metro
El mapa clavado en la pared dice Metro de Paris. Vaya confusión. Vaya aglomeración de líneas, de colores, de direcciones. Un auténtico caos. Línea 1 a 14, y luego RAR A,B,C. Por dentro, otra cosa: salvo las horas pico, lo más seguro es que vayas sentado. Hay relojes en el andén que pronostican con exactitud la llegada del siguiente tren. Sucio pero eficiente. Caro y rápido. Los transbordos a veces resultan como peregrinajes, pero las estaciones están conectadas por largos túneles interiores que atraviesan el subsuelo y que son rápidamente recorribles por medio de andadores mecánicos que nunca paran.
Pasan señoras, señores, turistas, adolescentes, funcionarios, oficinistas, vendedores. Estudiantes, mujeres de piel negra y chamarra de cuero negra. Toda esa gente que ves por primera y última vez en tu vida. El metro de Paris es un lugar de un color y vividez extraordinaria. El metro de Paris está vivo, respira. Y pasa veloz.
1 comentario:
Por acá, el metro sigue oliendo a culos vapuleados.
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